Me tambaleo, no logro centrarme y mantener así el equilibrio.
Elevo ligeramente los pies, poco a poco; el primero consigue despegar el talón cuando de pronto el otro se pone en marcha para ejercer el mismo movimiento y dejar de este modo totalmente reposado el peso del cuerpo en las puntas de los dedos: ejerciendo un ligero balanceo con cada uno de los brazos, tratando de mantener el equilibrio perfecto que de un extraño modo percibo se esconde en algún lugar.
A veces es difícil, es una auténtica peripecia mantener un equilibrio aparentemente insignificante y que sin embargo, si lo analizamos de un modo consciente nos daremos cuenta de cuanto supone.
Me gusta sentir esa sensación, me gusta esa inseguridad a veces, ese deambular.
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